Teñida de mediodía,
la flor derrama sus pétalos
sobre el cemento gris,
último sostén,
eterna memoria.
Sus lágrimas de sol herido,
entregan su esencia.
Caricias doradas
que nacen de su alma.
Pétalos agónicos
que son su alma.
La naturaleza, y la mujer, representadas por una rosa, bella, exuberante, suave.
El amarillo en representación de la juventud, la luminosidad, la riqueza, que se pierden, se van, gotean como lágrimas.
El cemento gris, como una lápida, una tumba fría.
La flor derrama sus lágrimas, derrama sus pétalos, derrama su esencia, su vida.
Sus lágrimas no solo son “desde” el alma, “son” su alma.
Derramar el alma, es desarmarse, dar todo, dar el alma, dar la vida
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